"¿Dónde termina tu cuerpo y empieza el mío?" J. Drexler
La lluvia nos recorría y dejamos fluir nuestros instintos.
-Hazme sentir como una diosa- me decías…
Yo murmuraba en tu oído rosas de tu divinidad corporal.
Agarraste mis manos, mientras con fuerza presionabas nuestros cuerpos.
Dos gemidos al unísono: ritmo de una cabalgata dionisíaca.
PC
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